27 de diciembre de 2010

ANISAKIS NAVIDEÑO



La víspera de Nochebuena vino Papá Anisakis a traernos un regalito de reacción alérgica e inflamatoria muy aparatosa, llegó en su trineo de Pescadilla sin congelar y fritura moderada y nos dejó múltiples rastros de su llegada, objetivados por endoscopia.





La anisakiasis es una parasitosis de distribución mundial, afecta al hombre tras el consumo de pescado parasitado, insuficientemente cocinado, crudo o en en salazón.



Además de los síntomas gástricos,(dolor abdominal agudo, náuseas, vómitos, fiebre y diarrea...) puede producir un episodio alérgico de gravedad variable en personas sensibles.



La legislación vigente en España (Reglamento 853/2004) establece que dichos productos deben someterse a un tratamiento por congelación a una temperatura igual o inferior a −20 °C en el interior del pescado, durante un periodo de, al menos, 24 horas.
( 24horas de -20º, es decir , no desde que se mete en el congelador, por tanto , tiene que estar más tiempo de 24horas en los congeladores de las casas, ante la duda dejarlo 48-72h, según el tipo de nevera que se tenga)

25 de diciembre de 2010

CHRISTMAS


FELICES NAVIDADES Y FELIZ AÑO 2011


Os deseo unos días especiales y mucha suerte para comenzar un nuevo año lleno de proyectos y que se cumplan todos vuestros sueños

18 de diciembre de 2010

Reunión Científica


Bueno, pues este viernes ha tocado un poco de ciencia y todo el día lo dediqué a escuchar ponentes realmente interesantes con un nivel altísimo. La Delegación madrileña de la Sociedad Española de Anestesiología y Reanimación nos ha convocado en el Palacio de Congresos ,en su segunda edición , este año quizás más interesante que el anterior. Pero sobre todo poder ver caras conocidas , antíguos compañeros, recordar viejos tiempos y contarnos cotilleos, interesante. La reunión estuvo exquisitamente organizada, comimos muy bien y los horarios religiosos en su cumplimiento.

12 de diciembre de 2010

LA VIDA COTIDIANA

Sebastián era ya un hombre próximo a la jubilación. Toda su vida se había dedicado a lo mismo. Su padre le inculcó los valores de la responsabilidad del trabajo, llevar un sueldo a casa, la honradez y la lealtad. Su única ambición era marcharse a casa después de un día de trabajar con la sensación de haber realizado bien su faena. Por eso, los días de viento, lluvia intensa o nieve volvía a casa con algo de inquietud en el estómago. Sólo había faltado al trabajo en dos ocasiones, cuando falleció su madre a los 91 años y cuando tuvo el mal de apendicitis.
 La guerra la había pasado a duras penas en el pueblo de sus padres, siendo un enclenque niño que corría detrás de las gallinas y jugaba con un palo y una cuerda, inventando mil juegos en medio del campo. Cuando se marcharon a la capital su padre le llevaba con él a trabajar en el tranvía , para que fuera viendo y aprendiendo las cosas de la vida. Rosa era la hija de unos vecinos, vivía con su madre que cosía en casa para los señoritos de un buen barrio de la ciudad y era huérfana de padre, muerto en la guerra civil. Enseguida se hicieron novios, después de miradas furtivas en la escalera, sonrisas robadas tras la puerta, Sebastián, Sebas, como le llamaba Rosa, le invitó a ir al baile.
Cuando falleció el padre de Sebastián , una hemoptisis imparable por una tuberculosis mal curada, no le quedó otro remedio que ponerse a trabajar. Después vino todo lo demás, el matrimonio, los hijos y la vida dura. Rosa ayudaba en casa con un jornal como costurera, aprendiendo de su madre, se colocó en una boutique de cierto renombre, copiando modelos de alta costura para señoras y señoritas con aires de grandeza. Y Sebastián se levantaba a las cinco de la mañana para empezar su jornal. A las seis ya estaba en su puesto. Sólo tenía asignada una calle, pero era la calle principal de la ciudad. Era larga, con amplias aceras y los edificios principales e importantes de la ciudad se situaban en ella. Su deber era tenerla impecable. Sebastián barría todos los días, salvo los domingos y luego en la última época tampoco los sábados. Los días de nieve con la pala en mano. Con viento y lluvia. Su orgullo era recoger todas las hojas, a pesar de que al día siguiente volvieran a estar ahí. Con paciencia exquisita , con amor por el trabajo bien hecho.
Una vez le ofrecieron cambiar de trabajo, chofer de una de las clientas de la tienda donde trabajaba Rosa, pero lo rechazó. Ése no era un trabajo para él. Todo el día sentado, con humos de motor y paseando a mujeres ociosas gastando de tienda en tienda. A él le gustaba la calle, mojarse las manos, fumar un cigarro a los pies de alguno de los árboles que tan bien se conocía, mientras oía los pájaros y llevar su propio ritmo pausado y constante. No se permitía grandes lujos, algún viernes se tomaba un chato de vino con los compañeros y dos veces fue al teatro con Rosa.
Aquel día Sebastián se había olvidado las gafas en casa, últimamente tenía algún despiste y Rosa le dejaba siempre las gafas en la repisa de la entrada, junto a las llaves. Pero Rosa se había marchado a casa de su hija Aurora a cuidar al pequeño de los nietos. Sólo estaba resfriado, pero en la guardería no le dejaban ir si tenía fiebre y el trabajo de Aurora no le permitía otra cosa que recurrir a la abuela. Sólo sería un par de días.
Cuando fue a cruzar la calle no vio la ambulancia, la señal sonora no estaba encendida , eran las seis y veinte de la mañana y la contaminación acústica de la ciudad obligaba a no activarla salvo necesidad. El tráfico estaba despejado y la ambulancia iba a unos 70 km/h. No vio las luces.

Sebastián fue un hombre feliz, querido por su familia y respetado por sus compañeros.
Aquel día llovió y llovió durante horas, los árboles lloraron todas sus hojas hasta dejar una alfombra oscura que cubría toda la calle, la calle de Sebastián. Pero esta vez no vino nadie a recogerlas.

9 de diciembre de 2010

Skyline


Una película mediocre magníficamente realizada. Sobran diálogos, sobran personajes, no existe al menos un guíon , los personajes no están definidos y los actores no tiene donde apoyarse, no hay carisma, no hay héroes. Sólo imagen y villanos: los extraterrestres. Efectos especiales impecables. Final absurdo en su ejecución, aunque la idea no es mala. En fin para pasar un rato de ver imágenes en pantalla grande, no pasará a la historia.

8 de diciembre de 2010

Lo que esconde tu nombre



Etiquetada como novela de Terror, sinceramente dejémoslo en TENSIÓN leve-moderada, intriga moderada. Es más lo que más me ha llamado la atención de esta novela no es el argumento en sí mismo, que por otro lado me apasiona el tema del nazismo ( en mi afán de querer comprender lo incomprensible para entender que tiene solución, que hay algo que está enfermo y se puede curar, en mi esperanza de que todo cáncer tiene una cura, aunque aún no la hayamos encontrado) sino cómo está desarrollado a través de la primera persona de dos protagonistas que se alternan en la narración. Trasciende un aroma de ternura hacia el ser humano. La autora es capaz de ponerse en el lugar de los protagonistas y refleja con empatía y naturalidad el pensamiento y los sentimientos de ambos. Hubiera sido interesante analizar interiormente el pensamiento de uno de los personajes que corresponde a los "malos" y convertir la novela en un auténtico ensayo sobre la culpa... Es una novela trágica, aunque le falte dramatismo, negra, aunque le falte la noche y las armas, que habla de pasiones y destinos. Podría ser un buen guión cinematrográfico, es muy visual. Le falta peso narrativo para ser una gran novela, en cantidad y calidad, más carga emocional. Quizás es un poco superficial y sólo dibuja los trazos de lo que podría ser una auténtica novela de intriga. Estamos acostumbrados a los crímenes de sangre, a las investigaciones tecnológicas a las historias llenas de personajes...
A veces sólo hace falta una voz, unas palabras, una historia de sentimientos para llenarnos el corazón. Esta novela podría querer ser sólo eso, una historia que nos llega al corazón.