Se habla de la feminización de la medicina. Aún no sé si es algo malo o bueno y si se habla de ello en términos negativos o positivos. Indudablemente es cierto, como en La Judicatura, el periodismo, la policía... También está ocurriendo el fenómeno inverso: la masculinización de la enfermería, auxiliares de enfermería, administrativos, peluquería, etc, etc. Hace poco un compañero, declarado machista y frustrado en este mundo de mujeres, rodeado de mujeres de su misma categoría y sueldo, se expresaba en contra de la discrimininación negativa del gobierno y cargos públicos y exigía en cambio la igualdad en número de compañeros por número de compañeras. Siempre está con la guerra de sexos. No soporta a las feministas y realmente no se ha topado con ninguna verdaderamente reivindicativa, de las militantes activas, que , a veces , son el lado contrario de este compañero, siempre obsesionadas con el tema. Pero si no fuera por ellas, ¿Dónde estaríamos ahora las mujeres? ( Abuela y madre: os quiero).
Pero con quien sí se topa es con personas, del sexo femenino, que le miran de igual a igual. Que no ven al hombre necesariamente como un competidor en sí mismo, ni un opresor, ni su guía espiritual. Somos mujeres que nos sentimos personas con la misma capacidad intelectual potencial que los hombres, capaces de desarrollar habilidades y conocimiento y con las mismas libertades y derechos que sus compañeros en la vida.
Nunca me he sentido inferior a los hombres, pero tampoco superior. Reconozco nuestras diferencias, muchas fruto de siglos de educación sexista. Pero me niego a contribuir a ellas. Me niego a pensar como muchas mujeres que incluso autoasumen que la mujer es envidiosa, cotilla, presuntuosa, cerebral, calculadora, cotorra. No existe el diseño de MUJER y HOMBRE. Ambos podemos ser buenos o malos y aprendemos de lo que vemos. Eduquemos en la igualdad.