23 de abril de 2010

A Dios pongo por testigo...

Algún día me atreveré y daré fin a la esclavitud del tinte. Dejaré que mi cabellera plateada luzca, en correspondencia a la anciana que se alojó en mí hace unos años y que día a día pugna por salir. Haré como mi abuela Agustina, que un día dijo "Ya estoy harta" y su cabeza, como su pensamiento, blanco, bello , sobresalía con soltura entre los libros, humo de cigarrillos y demás actividades del Ateneo de Madrid. El Ateneo que supo reconocer su trabajo , aunque fuera después de irse.
Nunca llegaré a ser como ella, pero tan sólo con acercarme mínimamente a ella en su lucha, su tenacidad, su sentido de la ética, me sentiré orgullosa.
Los genes nos hacen parecernos a nuestros seres queridos y a veces nos dan lo mejor, pero también lo peor. Somos acervo genético de nuestros padre y abuelos. Que orgullo.
¿Pero por qué, madre,? ¿Por qué las canas?

3 comentarios:

anacrus dijo...

Eso mismo le decía yo a Fer el viernes por la mañana antes de iniciar el odioso proceso de ocultar la naturaleza blanca de mi pelo. ¿Me atreveré? ¿No parecerá desaliñado? Siempre me digo: ésta es la última. Pero no.

Anónimo dijo...

mis queridas niñas…
Esa misma inquietud me invade desde
que a los 19 años descubrí mi primera cana..Toda la vida tiñendo el pelo que a fuerza de tantas guarrerias se ha vuelto fino y sin cuerpo.!bueno,ya me dá igual! pero, hagamos historia: vuestra bisabuela Braulia a la edad de 40 años tenía el pelo completamente blanco, mi padre a la edad en que lo fusilaron-sobre los cuarenta tambien- lo tenía engtrecano.Vuestro abuelo Venancio lo tenía entrecano desde que yo le recuerdo..Consola también. La yayi como yo, y vuestro padre también pronto encaneció, así es que..la genética manda..Como alivio os sugiero que no os pongais en tinto demasiado oscuto pues enseguida se nota la raiz y la diferencia de color. desgraciadamente, yo no puedo dejarme el pelo natural porque solo tengo la parte de delante en blanco, osea no me quiero parecer a esa cantante que se ponía media cabeza blanca y otra media en negro cuervo...
En cuanto a lo de parecerte a tu abuela no tienes nada que envidiar, hijas mías, las dos teneis virtudes sin fín como ella, pero además teneis el sentido de la comunicabilidad con los demás que a ella tanto le costaba.
Yo os quiero y os admiro y suponeis el orgullo de madre mayor del mundo.Se me saltan las lágrimas de la emoción de quereros por lo que sois..
Buen sábado y buen domingo!

Sonsomar dijo...

Soy demasiado joven para aparentar los años que tengo...
Yo también te quiero, madre.