Dicen que el paciente es el enfermo, y normalmente es así, pero hay que reconocer que en ocasiones los médicos nos tenemos que armar de paciencia para poder sobrellevar la situación .
Llego a la sala de preparación del paciente para conocer a mi siguiente paciente, ver su historia, comprobar los datos, el consentimiento firmado, etc . Lo primero que me dice el paciente es: " yo no creo en los médicos"
Cuando le pregunto por Informes médicos relacionados con sus antecedentes , que eran relevantes para modificar mi técnica anestésica, me contesta que son SUYOS y los tiene en Salamanca y no piensa ir a buscarlos...
Cuando le pregunto por la medicación que toma me dice que no toma nada recetado por los médicos...
Cuando llega al quirófano dice que por él se iba, que no quiere operarse, pero que le obliga la empresa, por la crisis.
Si alguien lo entiende ,que me lo explique.
Es probable que esta persona estuviera enfadada con alguien, o con aquella persona, médico o no, que en algún momento de su vida le engaño, defraudó , decepcionó o traicionó... Y que ese enfado perpetuo le haga ser susceptible, desconfiado , estar a la defensiva y ligeramente agresivo con su tono de voz, su mirada evasiva y sus expresiones airadas.
Son necesarias dosis enormes de paciencia para resultar amable, conciliador, comprensivo. Pero no se debe perder nunca la compostura, la educación y la calma. A pesar de mi habitual empatía y amabilidad sincera, no conseguí de este paciente ni una palabra de agradecimiento, ni una sonrisa cortés de , ni una mirada de arrepentimiento fugaz y mucho menos una disculpa por ofender mi sentido ético del bien hacer intencionado.
Pero yo le perdono, por que comprendo el rencor humano, nacido del sufrimiento y la incompresión o de una mente atormentada, aunque me duela su actitud injusta.
Llego a la sala de preparación del paciente para conocer a mi siguiente paciente, ver su historia, comprobar los datos, el consentimiento firmado, etc . Lo primero que me dice el paciente es: " yo no creo en los médicos"
Cuando le pregunto por Informes médicos relacionados con sus antecedentes , que eran relevantes para modificar mi técnica anestésica, me contesta que son SUYOS y los tiene en Salamanca y no piensa ir a buscarlos...
Cuando le pregunto por la medicación que toma me dice que no toma nada recetado por los médicos...
Cuando llega al quirófano dice que por él se iba, que no quiere operarse, pero que le obliga la empresa, por la crisis.
Si alguien lo entiende ,que me lo explique.
Es probable que esta persona estuviera enfadada con alguien, o con aquella persona, médico o no, que en algún momento de su vida le engaño, defraudó , decepcionó o traicionó... Y que ese enfado perpetuo le haga ser susceptible, desconfiado , estar a la defensiva y ligeramente agresivo con su tono de voz, su mirada evasiva y sus expresiones airadas.
Son necesarias dosis enormes de paciencia para resultar amable, conciliador, comprensivo. Pero no se debe perder nunca la compostura, la educación y la calma. A pesar de mi habitual empatía y amabilidad sincera, no conseguí de este paciente ni una palabra de agradecimiento, ni una sonrisa cortés de , ni una mirada de arrepentimiento fugaz y mucho menos una disculpa por ofender mi sentido ético del bien hacer intencionado.
Pero yo le perdono, por que comprendo el rencor humano, nacido del sufrimiento y la incompresión o de una mente atormentada, aunque me duela su actitud injusta.
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