29 de septiembre de 2011

Cuando faltan las palabras


El corazón sólo sabe de sentimientos, no de palabras. Pero, es verdad que, en algunos momentos, unas buenas y sinceras palabras valen mucho más que todos los discursos y puede ser la forma de llegar a ese corazón. 
Dejemos a un lado la incomodidad egoista, hay que pasar el maltrago.
¿Donde está el manual donde dice cómo despedirse de un amigo o amiga, un hermano o hermana, un padre o madre, compañero o compañera? No, no me he olvidado. De un hijo o hija es imposible que nadie pueda escribir un manual, no se puede decir adiós a un hijo, nunca te desprendes, ¿verdad mamá?
Hay que estar
Y es difícil decir Adiós.
Es mejor un hasta luego.

1 comentario:

aurorin dijo...

No hay nada como ese delicado y sutil hilo que une a los padres con los hijos: Es visceral y está impreso con lazos de sangre y calor. La vida que creció en el abismo oscuro de tu vientre durante nueve largos y pesados meses es una parte de ti de tal modo que la segregación es dolorosisima sabiendo conscientemente que no te pertenece desde el mismo momento del parto. Como cuentan de los amputados a quienes les sigue doliendo el miembro seccionado y nunca se recuperan de su pérdida, las madres-creo que mas que los padres- siguen ese ovillito creciente amparado y agarrado en las entrañas hasta el final de los días, añorando y buscando lo que se produjo con tanto amor....