5 de febrero de 2008

De Guardia


Aquella noche sólo quedaba una luz ténue, suficiente para iluminar el teclado y la pantalla. Los dedos se movían con rapidez y al mismo tiempo discretos, no quería hacer ruido. Los mensajes se sucedían sin parar. Al menos dos horas antes había empezado a contestar el correo atrasado. La cena había sido frugal,no había tiempo ni ganas para más.La emoción era desmesurada.
La habitación era pequeña pero confortable. Una cama,un armario, una mesilla y una mesa de trabajo formaban todo el mobiliario. Alguien había pegado algunas fotos para alegrar el entorno. Disponía de un lavabo con ducha, adosado a la habitación. Un gran ventanal permitía vislumbrar la noche estrellada de Madrid. En las demás habitaciones no había nadie. Toda la planta estaba vacía.
Entonces empezó a llover. El sonido de las gotas golpeaba sobre la ventana y parecía que se iba a romper. De vez en cuando un sonido sordo, fuerte, se desplomaba sobre el alfeizar que provenía del canalón de desagüe.
Después de dos o tres horas más de mirada fija en la pantalla del ordenador, el sueño comenzaba a hacerse patente, pero poder contestar a todos sus mensajes se había convertido en una obsesión.
El ascensor empezó a sonar. No era del todo raro que alguien lo utilizara, aunque fuera de madrugada y no hubiera nadie más allí. Se oyeron las puertas al abrirse y esperó a oir las pisadas. Nada ocurrió. Decidió abrir la puerta de la habitación, que estaba cerrada con llave y asomarse. La ténue luz de la habitación iluminó el largo pasillo casi hasta el fondo,pero nadie apareció. El ascensor se cerró de nuevo, de forma que confirmaba que antes se había abierto y no eran imaginaciones suyas.
- ¿Quién está ahí? - ,preguntó
-...- nadie contestó
Una corriente helada se movió por todo el pasillo, como si alguien se hubiera dejado un aventana abierta. Una extraña sensación le invadió, como si un grito silencioso, pero desesperado, le recorriera todo el cuerpo y le paralizara. Durante dos segundos eternos el aliento de su boca se transformó en vaho, su cuerpo tembló y notó como si se elevara unos centimetros del suelo.
-------------- continuará o no -----------------

4 comentarios:

Fco. Javier García Liébana dijo...

Sí, claro... y ahora me vas a dejar con la incertidumbre...
De eso nada, monada; ya estás terminando el relato cuanto antes que si no no voy a poder empezar a leer "Los pilares de la Tierra". ¿Me entiendes? Pues venga... ¡al tajo!.

ana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ana dijo...

Repito que deberías continuar porque nos tienes en ascuas... He suprimido el comentario anterior porque mis manos son muy torpes y me había comido las letras... Es que es tarde y tengo ya hambre...

Fco. Javier García Liébana dijo...

No quisiera ser demasiado pesado, pero... ¿cuando vuelves a tener guardia? Más que nada para saber cuándo vas a publicar la próxima entrega de tu relato.
Por cierto... ¿qué haces leyendo los comentarios de tu blog? ¡Ponte a escribir!