Mientras los infantes duermen. El silencio de la mañana, tan sólo el piar de los pájaros, el viento y el revoloteo de los insectos. Disfrutando de un café caliente, con el frescor mañanero, antes de que el sol de junio sofocante nos impida sentarnos en la hamaca. ¡Qué paz! Da miedo romperlo con la rutina de los ruidos domésticos. Es una pena no poder prolongarlo, pero los estornudos y lagrimeo alérgicos me obligan a refugiarme cual emigrante primaveral .
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